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La escuela St. Edward’s de Oxford tiende un puente entre tradición y modernidad con el nuevo edificio del Olivier Hall. Las mallas arquitectónicas de GKD desempeñan aquí un papel central.
La escuela St Edward’s de Oxford es una institución de profundo arraigo histórico pero con una mirada siempre puesta en la innovación. Así queda demostrado una vez más con el nuevo edificio del Olivier Hall. La moderna sala de conciertos y teatro es testimonio de la fusión entre estética sublime y funcionalidad moderna. La galardonada sala de actos no solo impresiona por su aforo de 1000 plazas, sino también por su excelente calidad acústica. El Olivier Hall debe estas cualidades a su revestimiento de madera de roble de gran calidad y a su forma ovalada, inspirada en el legendario teatro Sheldonian de la Universidad de Oxford.
El estudio de arquitectos TSH Architects optó por un inusual revestimiento del cielo para aportar el toque definitivo a la imponente sala: El tejido de alambre anodizado de GKD PC-ALU 6020, con su cálido acabado en bronce dorado, continúa el esquema cromático uniforme de la sala y logra un remate brillante y resplandeciente.
Trabajo a medida combinado con elegancia
El desarrollo de los paneles de tejido fue una tarea especial desde el primer momento. Para cumplir los deseos de los arquitectos en cuanto a transparencia y colorido adecuado, hubo que realizar ajustes individuales en 32 paneles. El exclusivo diseño poligonal, refinado con recortes precisos para altavoces e iluminación, exigía un alto nivel de flexibilidad y sofisticación técnica para cada panel.
El acabado visual también requería extremo cuidado durante la fabricación. Los paneles más grandes miden cuatro metros de largo y algo menos de dos metros de ancho. Para poder anodizar los paneles, hubo que dividirlos con la máxima precisión y alinearlos entre sí después del tratamiento de color para garantizar la tolerancia mínima deseada.
Instalación sencilla e integración perfecta
Para evitar que la malla pudiera combarse, los paneles se reforzaron con un marco de acero donde quedaban únicamente suspendidos para garantizar el acceso a las instalaciones situadas detrás de los paneles. La triple curvatura de la malla a lo largo de los cantos superiores e inferiores así como el refuerzo de los márgenes permiten una integración perfecta en la construcción ovalada del cielo de la sala. Gracias a la excelente coordinación del proyecto con el estudio de arquitectura y las empresas constructoras, así como a la gran precisión de producción de GKD, la integración pudo realizarse in situ sin necesidad de ajustes.
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