En los años 50, las instalaciones industriales se hacían cada vez más grandes. Por tanto, cada vez se demandaban tejidos de filtración más eficientes. Sin embargo, las mallas metálicas de trencillas, que habían demostrado ser eficaces hasta entonces, llegaron a sus límites tecnológicos. Así pues, se hizo necesario buscar una nueva generación de tejidos que pudiera garantizar una alta estabilidad duradera de los poroso, incluso en grandes superficies de filtración. Los ingenieros de GKD encontraron la solución en la trencilla plana vuelta del revés. En esta estructura tejida se combinan muchos hilos de urdimbre y unos pocos hilos de trama gruesos. El tejido, bautizado como “Microdur“, presentaba las características deseadas. Este tejido fino (“Micro”) y resistente (“dur”) sigue ofreciendo hoy una larga vida útil y una filtración segura, duradera y confiable tanto de gases como de líquidos.
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